
Juan Ruiz fue un sacerdote vividor, culto y andariego. Sospecho que me habría caído bien. Escribió el Libro de Buen Amor en la primera mitad del siglo XIV. Ejercía el cargo de arcipreste de Hita, lo que significa que se encargaba de administrar un conjunto de parroquias vecinas.
Su libro es una mescolanza de textos muy diferentes enhebrada por la narración de sus experiencias amorosas. Sí, amorosas. La Iglesia no se había puesto seria con el celibato de los curas hasta el Concilio de Letrán, en el siglo XII. Si queremos disculparle por no haberse enterado de que no podía conocer mujer consideremos las distancias (el concilio se celebró en Roma) y las comunicaciones: me imagino caminos de barro, trochas, carretas y caballos cruzando Europa. Aun así… ¡más de doscientos años le debieron de bastar!
Hay otra posibilidad, que defienden los especialistas, filólogos de prestigio. Dicen que el Libro de Buen Amor es en realidad una autobiografía amorosa ficticia, porque los episodios eróticos no son originales (aparecen en otros libros). Según esta interpretación, el autor se construye un alter ego calavera para moralizar, para dar un contraejemplo. No obstante, el libro es deliberadamente ambiguo. No sabe uno si el autor censura el vicio o lo celebra. Eso sí lo reconocen los especialistas.
Yo creo que Juan Ruiz leyó mucho y vivió mucho. Pudo, no cabe duda, copiar episodios de otros libros, pero me parece que le sirvieron de molde para relatar sus verídicas experiencias. En otras palabras, que llenó de vida real formas ya empleadas por otros poetas. ¿Cómo lo sé? No lo sé fehacientemente, pero décadas leyendo te afinan el olfato para lo auténtico.