John Updike me enseñó a leer. Después de mi madre (durante un verano seco y cálido en los campos de Segovia en que me instruyó a los cinco años), fue este ingeniosísimo novelista quien me hizo el lector que soy ahora, tal como lo hicieron Quevedo, Proust, Cervantes, Galdós, o Bolaño. En su momento (enero de 2009, vivíamos al pie del Guadarrama), apenas sentí su muerte, porque pensé haber superado el fervor exclusivista que me hacía rebuscar en la biblioteca de mi padre cuanto hubiera de él. Por razones laborales, he terminado Terrorista, una novela que me ha recordado por qué me apasionaba. No es fácil alcanzar semejante equilibrio entre la vastedad narrativa y la agudeza estilística, agudeza esta que sí pueden tener muchos escritores, pero que no es fácil mantener cuando se escriben miles de páginas. La belleza de los lirios, Brasil, Gertrudis y Claudio, Parejas, Hacia el final del tiempo…, y, por supuesto, la tetralogía de Harry, «Conejo», que mi padre ha leído compulsivamente los últimos años de su vida, me han educado en un tipo de narración urbana, muy contemporánea y con un rigor formal y una ambición estética que nunca le supusieron un obstáculo para convertirse en un autor superventas en su país natal, Estados Unidos. Updike publicó Terrorista en 2006, cinco años después de los atentados de Nueva York. Su protagonista, Ahmed, es un adolescente brillante e inadaptado, que se convirtió pronto al Islam. En plena crisis de identidad, se deja manipular por un imam radical que lo quiere empujar a la comisión de un atentado suicida en Manhattan, en pleno aniversario del 11S. Quien lo lea comprobará que la calidad de Updike, por lo que pasará a la historia de la literatura contemporánea, no se refleja sólo en su extraordinario oficio, sino en algo más hondo: en su capacidad de exponer con una crudeza única la condición del hombre, patética y conmovedora al mismo tiempo. Al menos he recuperado a Updike, aunque haya perdido mucho más.
mayo 18, 2014
Homenaje a John Updike
Esta entrada fue publicada el 18 mayo 2014 en 8:23 pm y publicado el Devociones. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de este feed RSS 2.0 .
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