Consejos simples para lectores reacios a la poesía (I)

Poesía difícil

Amigos y alumnos me han dicho que no leen poesía porque les resulta lejana, inaccesible, poco natural. Aquí va una primera tanda de consejos para acercarse a la poesía.

1. No intentes entenderlo todo

Los poemas son, en general, más densos que la prosa. En una primera lectura puedes entender una parte. Puedes leerlo dos veces, o leerlo un año más tarde. ¡O ni siquiera volver! No hay prisa con la poesía.

2. Busca referentes

Los referentes son aquellas cosas de nuestra realidad a las que alude el poema. Puede ser un paisaje, una emoción, una persona. Si hallas este elemento, tendrás un ‘anclaje concreto’ con el que relacionar otros elementos más abstractos.

3. No radicalices tu razón

Mucha poesía no tiene sentido, no tiene lógica. Sentido y lógica son nociones racionales y la poesía, frecuentemente, crea a partir de lo irracional, lo instintivo, lo sensitivo, lo simbólico.

Veamos un ejemplo

                           digamos que ganaste la carrera

                           y que el premio

                           era otra carrera

                           que no bebiste el vino de la victoria

                           sino tu propia sal

                           que jamás escuchaste vítores

                           sino ladridos de perros

                           y que tu sombra

                           tu propia sombra

                           fue tu única y

desleal compañera

Blanca Varela (1926-2009), poeta peruana.

1. Léelo una, dos veces. Con lo que has entendido, quédate, no te desesperes. Pero lee despacio. Recuerda: no puede haber prisa con la poesía.

2. ¿Qué referentes hay?

Lo más evidente: el poema habla a un “tú”: ganaste, bebiste, escuchaste.

Hay un “carrera” (de la clase que sea, de momento), de modo que parece haber un “premio”, “vítores, una “victoria”.

Pero también hay “perros” y una “sombra”.

3. No es lógico…

Un acérrimo racionalista diría: ¿No estaba hablando de una carrera? ¿Por qué salta a la sombra? ¿Qué narices hace aquí una compañera? ¿Es una compañera del equipo deportivo? ¿La ha traicionado? ¿Le echaron sal por la cabeza? ¿Cómo puede ser el premio de una carrera otra carrera?

Un lector de poesía debería pensar: ¿Y si la carrera no es tal carrera? ¿Y si la carrera habla de otra cosa que no es una carrera (símbolo)? Sintamos: hay cosas hipotéticamente buenas (es un supuesto, la poeta dice “digamos”), y muchas cosas que resultaron malas: “no bebiste”, “sal”, “jamás”, “ladridos” (a nadie le ladran, si triunfa), “desleal”.

Una primera interpretación:

Alguien habla a otra persona (¿y si es la misma?) de una carrera que nunca terminó, porque nos dieron otra (ninguna de las dos fueron carreras reales), y además no nos dieron un premio, sino sal, perros ladrando y una sombra, que además no es buena compañía.

Conclusión: ¿DESENGAÑO? ¿SOLEDAD?

Es suficiente: si queremos entender más, podemos leerlo más veces, u otro año, o nunca más.


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